sábado, 18 de julio de 2009

El salitre de las botas de Pocklollock. Capítulo IV.

Capítulo IV. La muerte de Margueritte Duvidier.

Un mes después de terminar de componer "Il mio poleo" moría, en 1838, con solamente 30 años de edad, el que es considerado como más grande compositor del Imperio franco-luso, Giulio Antonio Filippo Vinelli, padre del Neomusicalismo europeo del s. XIX.

La muerte le llegó a tan temprana edad como consecuencia de un absurdo duelo de honor causado por una afrenta del duque de Luxor a su prima, Madame de Postignol, una jovencita ligera de cascos de la que Vinelli se hallaba profundamente enamorado. El duelo tuvo lugar una calurosa y soleada mañana de Febrero. Fue Vinelli el primero en elegir arma: un florete del s.XIV que había pertenecido a su familia desde hacía generaciones. Por su parte el duque de Luxor eligió uno de las cañones rojos del "Portington" que le había regalado, ironías de la vida, el capitán Kostantin Konsultas.

Años más tarde, Konsultas lloraba inconsolable ante la atónita mirada de su secretario Billy Hicock Hannigan, -inventor de la "escritura paralela"-, y le confesaba: "a veces, me siento, en parte, responsale de la muerte de Vinelli. Yo llamo a esos días, "mis días grises" y solamente contemplar mis campos de girasoles consuela mi atormentado espíritu".
No son pocas las fuentes que aseguran que no fue la pasión melómana de Konsultas la que le llevó a ignorar el primer y único engargo de la reina Josephine de Anjou y comenzar su mandato poniendo todo su empeño en el montaje de "Il mio poleo", sino que fue el remordimiento por la muerte de su amigo Vinelli el motor principal de tan sorprendente decisión.

Ya antes de 1900, el empresario Niccola Krucenku había intentado, sin éxito, estrenar la ópera de Vinelli en Roma. Pero un extraño incidente lo había impedido. Uno de los componentes del coro de la ópera de Roma, Vladimir Kolenko, quedó para siempre impresionado con los pasajes de la obra de Vinelli que había escuchado en los ensayos y, años más tarde, siendo ya Kolenko una de las figuras más importantes del bel canto mundial, las vidas de Kolenko y Konsultas se cruzarían de una forma un tanto curiosa.

El tenor Vladimir Kolenko.

Sucedió así: Tras la premiere en 1892 de "Io non sonno un turco" de Ludovico Atrezzi, Kolenko aburrido espectador de tan mediocre ópera, decidió abandonar la representación durante el Intermedio. Ansioso por llegar a su mansión cuanto antes, Kolenko entregó en el guardarropa el resguardo de su abrigo de astracán negro que, muy gentilmente, le fue entregado por la jovencita encargada del asunto. Una hermosa letra "K" dorada lucía en la solapa del abrigo. Justo antes de llegar a casa, Kolenko busco en sus bolsillos los habituales caramelos de menta que tanto le gustaban, -una boutade que había heredaro de uno de sus ídolos de juventud, Niccola Krucenku-, y que mandaba importar expresamente de una pequeña tienda familiar en Ceilán.

Mas cuál fue su sorpresa cuando lo que encontró en los bolsillos no fueron sus refrescantes "Celian pleasures" sino simplemente un recorte de periódico que decía: "67 Aniversario de la matanza de Makwoli. El pueblo todavía no ha olvidado.". A Kolenko no le costó mucho darse cuenta del malentendido. La jovencita del guardarropa le había entregado, por error, el abrigo del famoso Kostantin Konsultas, antiguo capitán de fragata, héroe del paso de Calais y vencedor de los Arrazianos.
La casualidad, (¿o quizás el destino?), había hecho que esa misma noche asistiera a la ópera el apuesto capitán de 84 años. No era raro concluír que ambos eran clientes del más famoso sastre de Lisboa, Pullizio Prescoldi.

"Io non sonno un turco" de Ludovico Atrezzi.

Kolenko esperó pacientemente, bajo la lluvia, al capitán Konsultas al que abordó al finalizar la ópera y directamente preguntó: "disulpe sire, ¿podría darme uno de los deliciosos caramelos "Celian pleasures" de sus bolsillos?". Tras aclarar el malentendido con el sorprendido capitán y la joven encargada del guardarropa, Margueritte Duvidier, que así se llamaba la muchacha, fue condenada a morir en la hóguera no sin antes recibir no menos de 700 latigazos en cada mejilla. La familia Duvidier fue expulsada del Imperio y sus posesiones fueron subastadas entre sus cerdos. Todavía hoy se emplea la expresión "duvidier" para hacer referencia a una metedura de pata.

Los míticos y exóticos "Celian pleasures".

Sin embargo, ese día también nació una sincera amistad entre Kolenko y Konsultas. Aunque algunas biografías no autorizadas del tenor apuntan turbiedades que ensombrecerían esta relación. Y es que parece que Konsultas nunca perdonó a Kolenko que le empapara, innecesariamente, su hermoso abrigo de astracán negro que nunca volvió a ser el mismo por culpa, según amigos del cónsul, de la excesiva tendencia al dramatismo del tenor ucraniano.
"¿Qué le costaba esperar en el vestíbulo?", comentó en más de una ocasión, según allegados íntimos de Konsultas.

Próxima semana: Capítulo V. Niccola Krucenku, mito del teatro.

5 comentarios:

elbosquefantasma dijo...

Estas entradas son como los abrigos buenos y las camisas de seda,,, ideal para llenar el fondo. Cultura de fondo.

Soundtrack dijo...

No se como lo haces pero cada entrada es mejor que la anterior. Al ataquerl!!!

martes dijo...

Y la elección de los nombres es simplemente invención al azar ??? qué chulos.

Insanus dijo...

jajjaja, yo quiero Celian pleasures. es otra prueba más de nuestra decadencia: ayer, Celian pleasures, hoy Pictolín.

Lo de los nombres me tiene maravillado a mí también, Martes.

Mister Lombreeze dijo...

Gracias my friends. Pues os prometo que los nombres me salen a bote pronto. No sé que clase de enfermedad neuronal lo provoca.
Espero que los 25 siguientes capítulos les sigan pareciendo interesantes.

Y "Io non sonno un turco" no es tan mala como dice la novela. Se salva el coro "Veni, Veni, nostro amici".

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